Política familiar

4 Feb

Érase una vez. En un país no muy lejano habitaba una comunidad. No autónoma, sinó familiar. Había distintos miembros. Todos parecían ser partidarios de la democracia. Algunos simpatizaban con democracia derecha. Otros con la izquierda. Otros no se pronunciaban. Alto! Dije que lo parecía. Era un poco como el PP: lo aparentaba de vez en cuando. Pero internamente, nada de nada. Lo importante era la fachada. Dar a ver lo perfecta que era la comunidad. Por encima de todo. No importaba si un miembro caía. Los demás se encargaban de decir que todo iba bién para no levantar sospechas. Todo el mundo encubría. Y encubría. Como me gusta decir a mi, se tapaban huecos. Los considerados más sabios, marcaban las reglas; Ésto es bueno, ésto es malo. Éso se cuenta, éso no. No había lugar para el consuelo. Ni para la comprensión. Sólo existía lugar para las celebraciones. Aunque ya no se supiera qué se celebraba. Se tenía que dar a ver la alegría. Falsa alegría a menudo. La parte más derechista se encargaba de marcar las pautas. Los demás seguían el camino marcado. Menos algún rebelde que se escondía detrás de los arbustos. Los más sabios no se daban cuenta de lo que arrastraban a sus espaldas. No se preocupaban del ejemplo que daban. No veían que detrás de ellos les seguía una nueva generación. Anulada si eran distintos. Despreciada si no se cumplían con los valores establecidos. Por supuesto, nunca bajo ninguna constitución. Lo que empezó a oler a dictadura psicológica. Casi monárquica en algunas ocasiones. Ya que las urnas nunca se vieron. Ya que nadie fue sometido a ningún tipo de votación. Nunca se preguntó. Resultó no ser una comunnidad. Almenos no una leal y con sentido. Pues poco había en común. La visón era distinta para todos. Nunca se supo cuál era el objetivo personal de cada uno. Imposible profundizar. El objetivo común parece que fue la apariencia. A costa de lo que fuese, aunque por el camino se perdieran piezas vivas.
Como se puede ver, hay una pesada comparación: política VS familia. Es para hacer notar la importancia del poder. Quién tiene el poder puede construir palacios con la misma facilidad que destruirlos. Quien tiene el poder carga con personas. Trafica con ellas. Las pone en peligro. O al contrario. Quién tiene el poder es porque tú se lo dás. Porque yo me crié con niveles. En una jerarquía en la que nunca creí. No como persona que soy. Igual que tú. Y que tú. Y las personas son iguales. Éso me hace afirmar otra vez la importancia de votar. La importancia de una buena democracia, ya que últimamente se discute el término. Lo importante que es elegir a quién dar el poder y a quién no. Hay que encontrar al representante que esté más cerca de ti. El que te haga sentir bién. El que te cuide y te respete. Dentro de la familia. Dentro de la política.
Somos más libres de lo que pensamos. Y yo elijo vivir en paz. Sin mentiras. Sin más apariencias. Sin falsedad. Más libre.

3 thoughts on “Política familiar

  1. Uola!!!

    Molta paciència, i ànims!!! Pensa que aquí estic per ajudar-te a pujar la costa!
    Muaaa!

  2. El comentari d’adalt som jo… JAJAJA… que sense voler l’he gravat com anònim,aix… kin despisteee!

    Més muaaaaaas! AMUNT AMUNT AMUNT!
    Lluca

  3. Hermoso post, Nuestras primeras prácticas políticas las aprendemos en nuestra familia. A la mía se le pasa la mano en cuanto a no dejar nada a la apariencia. Pero en fin. De pronto necesitamos máscaras para jugar al ritual y al carnaval. Pero somos tan “verdaderos”, que nunca falta el que se pone a llorar o el que se enoja cuando no debía hacerlo. Muchas veces he sido yo la detonadora. Pero no siempre yo.

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